Desde los parques hasta los escenarios. La evolución del “freestyle” o rapimprovisado, en la actualidad parece no tener techo. En países como España o Argentina, las cifras son desorbitadas. Los vídeos de las batallas alcanzan los millones de reproducciones y comienza a ser un fenómeno cultural y socialmente más aceptado de lo que lo ha sido el rap a lo largo de la historia.

Estas batallas hacen parte de la cultura Hip-Hop, movimiento urbano que nacen el Bronx en New York a finales de los 70 como respuesta a la segregación y discriminación hacia la población afroamericana. Por su parte, el freestyle se puede enmarcar dentro del rap, que a su vez es uno de los cuatro elementos de la cultura Hip Hop: Rap (oral: recitar o cantar), turntablism o «DJing» (auditiva o musical), breaking (físico: baile) y graffiti (visual: pintura). El freestyle no es más que un rapero o “MC” (término acuñado del inglés y que significa maestro de ceremonias) improvisando encima de una base de rap. Importante reseñar que las batallas de gallos se centran en eso: la improvisación. No debe haber nada escrito, ni nada pensado. De hecho, los jueces de estas batallas (algo así como los árbitros en fútbol), sancionarían gravemente que las rimas que están ‘tirando’ los raperos fueran premeditadas.